Dos noticias nos han arruinado las vacaciones del verano. Una llegó de Venezuela, de la mano de un tipo despreciable apellidado Maduro, que dijo haber vuelto a ganar las elecciones presidenciales tras haberlas perdido por goleada. Fraude al que siguieron asesinatos y cárcel para quienes habían ganado legítimamente aquellos comicios.
La otra pésima noticia vino de Cataluña. Tras los acuerdos firmados con ERC y los Comunes, el secretario general del PSC, Salvador Illa, pronunció un discurso tan breve (10 minutos) como mentiroso, que fue muy ovacionado. En él dijo que las negociaciones han sido «complejas y difíciles» y ha reconocido que puede haber «dificultades y cuestiones sobrevenidas». Pactos que le vinculan tanto a él como al PSC. Illa puso el acento en que no son acuerdos contra nadie y que son a favor del conjunto de los catalanes para mejorar la financiación «sin perjudicar a y manteniendo criterios de solidaridad».
También defendió que Cataluña tiene derecho a una financiación propia para hacer políticas de medio ambiente, vivienda, educación, sanidad o infraestructuras. «Quiero dejar constancia pública que nadie en esta negociación nos ha pedido prescindir del valor de la solidaridad. Los tres somos partidos de izquierdas y tenemos muy claro qué es eso». «Tenemos proyectos diferentes, pero compartimos los valores progresistas de la izquierda, en particular la solidaridad». Reconoció que ha tenido que hacer cesiones, y no lo dijo, pero el PSC no quería un modelo de financiación propio. Illa no detalló en su intervención los detalles del pacto y concluyó con un mensaje a la ciudadanía diciendo que los tres partidos han dado cumplimiento a la voluntad expresada por los ciudadanos el 12 de mayo.
Pero la realidad de lo firmado está muy lejos de lo que han dicho Illa y Pedro Sánchez. De hecho, con este nuevo modelo que Illa y Sánchez consideran solidario la cuota de solidaridad tiende a cero, como han escrito los profesores Pedraja y Suárez en el diario El Mundo:
«El acuerdo firmado, de cumplirse, acabaría con el sistema que creó nuestra Constitución»
«Lo que subyace es una visión de la solidaridad a la Malatesta y sólo interesa el ‘bien común’ dentro de un espacio limitado. Las declaraciones continuas de los portavoces de los partidos nacionalistas con continuos desprecios a todo lo que no sea el interior de su territorio y, por lo tanto, ajenas a todo lo que suponga un proyecto común para España apuntan en ese sentido».
El acuerdo firmado, de cumplirse, acabaría con el sistema que creó nuestra Constitución. De hecho, se arrojaría fuera de Cataluña al Estado y se permitirían desde el Gobierno de España hasta las selecciones deportivas catalanas y se impondría allí como única lengua el catalán. De hecho, Cataluña camina hacia la prohibición del uso del castellano, que sigue siendo la lengua materna de la mayoría de los catalanes. Por no hablar de las embajadas por todo el mundo.
No es ninguna exageración afirmar que con Sánchez España vive el momento más grave de su historia reciente. Y debemos llamar a la unidad de todos los ciudadanos constitucionalistas para formar un bloque sólido frente a estos desmanes. Y también frente a la locura indecente de sus socios separatistas. Somos mayoría los españoles que queremos seguir siéndolo porque España debe seguir siendo la «patria común e indivisible de todos los españoles», según dice la Constitución. Precisamente esa que intentan destruir los separatistas y sus amigos sanchistas.