Leo periódicos en papel todos los días del año y también durante las vacaciones de verano, aunque veraneé en un pequeño pueblo del Bierzo Alto en el inicio de agosto, y frente a Santander, al otro lado de la bahía, durante el tramo final de ese mes. Y en ninguno de esos lugares hay donde comprar esa prensa, pero cojo el coche y voy a buscarla recorriendo más de 20 kilómetros en El Bierzo y unos 12 en Cantabria (de soltera Santander). Y me pregunto si en esta época de internet en la que vivimos merece la pena ese derroche de gasoil. Y me contesto que alguna ventaja ha de tener leer la prensa, así que pondré un ejemplo: sendas entrevistas a dos personas a las que siempre he apreciado, dos valiosos socialistas. Uno se llama Josep Borrell y el otro Eduardo Madina.
El primero respondió en El País a una serie de preguntas en torno a la política exterior de la Unión Europea de la cual pronto dejará de ser el más alto responsable, pero:
«Aparece en la puerta de su casa» -escribe el entrevistador, Claudi Pérez-, «a dos pasos de El Escorial, con un ejemplar de Las cuentas y los cuentos de la independencia, el libro con el que desmontó el Espanya ens roba de los Mas, Junqueras, Puigdemont y compañía. ‘Es como si nadie lo hubiera leído’, dice a modo de presentación».
Y a este propósito, Borrell no elude el asunto de los pactos recién suscritos entre Illa, ERC y los Comunes: «No creo que una parte importante de la sociedad catalana quiera volver a seguir a los flautistas de Hamelin que les aseguraron que la UE reconocería una independencia unilateral. Pero con este acuerdo se asume post mortem el relato del procés y un cambio de paradigma en el sistema de financiación».
Sé muy bien lo que opina Borrell, nacido en La Pobla de Segur hace 77 años, del pensar y el hacer de sus paisanos separatistas con los que se ha batido con éxito en muchas ocasiones. Un separatismo que un racionalista como lo es él no puede tragar ni consentir. Un separatismo que es preciso combatir para defender la democracia española.
En la entrevista con Eduardo Madina en El Mundo no se entra en política, supongo que fue esa una condición que puso Eduardo. Al fin y al cabo, el entrevistado dejó la política activa y hoy trabaja con éxito en la consultora Harmon.
Si Madina no murió en el atentado de ETA con bomba lapa del 19 de febrero de 2002 fue un milagro, pero no le agrada hablar de lo que ocurrió aquel día en que los asesinos estuvieron a punto de matarlo.
Es en los libros en lo que se centra la entrevista, realizada por Pedro Simón. Madina opina que «hay que leer porque necesitamos narrativas para explicar el mundo en el que habitamos. Mi experiencia vital, cultural, política y profesional es que la realidad se explica mejor con ficciones literarias. Poder ver el mundo que te rodea con educación literaria es una vida 50 veces mejor. Más rica, más sorprendente, más dinámica, más bella».
Mejor defensa de la lectura no es posible. Entonces, el periodista le pregunta:
– ¿Algún libro que no haya terminado?
Y Eduardo contesta:
-«El hombre sin atributos, de Musil… La broma infinita, de Foster Wallace. No sé cuántas veces lo he intentado y no lo acabo… El Ulises, de Joyce. He llegado lejos, pero termino por desengancharme».
No puedo estar más de acuerdo, digámoslo claramente: esos libros son un tostón… y a mí me ha pasado lo mismo con esas obras que Eduardo cita.